Más vale tarde que nunca: Historia de Lucha y Superación

Patricia andando de espaldas

Más vale tarde que nunca: Historia de Lucha y Superación

Tuve una infancia muy feliz. Yo era la hermana más pequeña de 7 hermanos y eso hacía que me mimasen mucho. En el momento de limpiar la casa, mis hermanas me echaban a la calle los fines de semana a jugar. Porque yo tenía 4 hermanas que mientras que mi madre estaba vendiendo en los mercados, ellas limpiaban la casa; la fregaban, hacían de comer, etc… entonces, como yo era la más chica, me he criado mejor que ninguna, vaya.

 

Me he criado en la calle donde nací, jugando, teniendo siempre muchísimas amigas. Mi madre tenía que bajar a la calle con el platito de comida para que comiese. Mi infancia ha sido muy buena, mi colegio ha sido muy bueno. Normalmente los padres levantan a los hijos para llevarlos al colegio; en mi casa, yo levantaba a mi madre para que me llevara al colegio porque me gustaba. Es verdad que en mi casa, mis hermanos no hacían nada de las tareas del hogar, ni sabían planchar ni nada… ellos lo que hacían era vender en los mercados y ayudar a mi padre. Era otra época y las cosas se hacían así antes, el trabajo era el doble que a día de hoy, mi madre ni siquiera tenía lavadora ni frigorífico; mis hermanos cuando se independizaron no pudieron vivir en casas porque estábamos bajo la dictadura de Franco y no dejaban que los gitanos viviésemos en casas.

 

Con 17 años me quedé embarazada y ya con cualquier cosa que me pasara en la vida iba a tener a mi hijo en brazos. Además solo estás pendiente de tu hijo, se te olvida pintarte hasta los ojos por que no tienes tiempo. Además, cuando son pequeños, el pecho se le tiene que dar cada 2 o 3 horas, 20 minutos darle un pecho, después el otro, y en cada toma estar pendiente y cambiarle el dodoti, en fin, que es mucha dedicación. Entonces, entre que te agotas físicamente y que no tienes tiempo para nada, después caes super cansada. Entonces la vida te cambia muchísimo cuando eres madre por primera vez, pero claro, hay que estar ahí para pasar por eso que es cuando lo entiendes. Y aunque yo intentaba seguir mi camino como podía, el bebe que tuve estaba ahí, entonces yo seguía siendo joven pero ya tenía la responsabilidad de mi hijo.

 

Con mi marido no me fue muy bien, y aunque este sea mi caso, creo que es el caso de mucha gente cercana a mi. Entonces a mi no me ha ido muy bien y por eso con 52 años me he separado. Aunque yo intenté que mi relación funcionase, pero eso no iba a buen puerto, entonces se acabó. Se que a todo el mundo no le va tan mal. En la vida es cuestión de suerte el hombre que te toque. Puse mucho de mi parte para que nos llevásemos bien, para que los dos pensáramos igual, pero que va, llevo tirando del carro toda la vida sola y además tenía que tirar del carro y de él, que también era una mochila con piedras en la espalda. Yo estaba intentando que mi matrimonio funcionase porque en ese tiempo las mujeres pensábamos que teníamos que estar siempre con el mismo hombre y yo intentaba tener una familia feliz junto al padre de mis hijos. Además, a ojos de todo el mundo, yo tenía un letrero en la frente que ponía “casada”, sin embargo él no me aportaba nada y una tiene miedo del qué dirán.

 

Todo esto que yo estaba sintiendo únicamente lo podía compartir con 3 grandes amigas que ahora y en aquellos momentos fueron muy importantes para mí. Más que mis amigas son mis hermanas. Había cosas en mi matrimonio que me daba vergüenza contar, sin embargo, con ellas si me sentía libre de contarlo. Ellas me daban consejos que yo en ese momento no era capaz de ver. Me acuerdo de como mis amigas me decían “los problemas que me dieran mi madre, mi padre, mis hermanos, eran problemas familiares que al fin y al cabo tenía que asumir y afrontar, sin embargo, cuando te da problemas una persona que has conocido en la calle, es tener disgustos por gusto”. Yo seguía con él, pero ellas siguieron apoyándome, ellas además me repetían que nunca me iban a dejar sola. Me siento muy orgullosa de estas amigas, ahora y siempre, y de mis hijos. Son de las cosas que más orgullosa me siento.

 

Si me hubiese dado cuenta antes, si los tiempos fueran los de ahora, lo hubiese dejado antes, y yo hubiese podido empezar de nuevo mi vida con otra persona. Aunque los tiempos de ahora hacen más fáciles algunas cosas para las mujeres, también siento que a día de hoy las mujeres trabajamos el doble o el triple. Antes las mujeres se dedicaban solo a la casa, pero ahora tenemos que salir a trabajar y cuando volvemos a casa seguir trabajando en cuidar la casa. Esta lucha por intentar que todo salga adelante ha empeorado con el COVID-19. La lucha mental que tenemos es todavía más fuerte. Se hace más difícil ganar dinero, subsistir, pagar las facturas… Y pese a todo, hay que intentar seguir con la mente en mi sitio para seguir buscando oportunidades y no caer derrotada y cansada.

 

La vida a día de hoy está más complicada de lo que ya lo estaba y por eso, mi consejo para mi hija y para toda aquella que me lea es que estudie, que es bueno tener un puesto de trabajo en condiciones, porque la vida da muchas vueltas y el trabajo te permite a ti ser resuelta, no depender de nadie y poder salir adelante. En el terreno del amor le diría que se enamore de una persona buena, que no todo es el físico, porque el físico se estropea, tiene que ser una persona que te a ti te haga sentir la mejor del mundo, eso es lo importante. Enamorarte de una persona que a ti te de alegría, seguridad, ilusiones. Es estar agusto con una persona y como dice una canción, que aunque no te pueda dar el paraíso, te pueda dar una cervecita en la playa.

 

Autora: Patricia Jiménez Silva

Co-autora: Ana Gutiérrez Martínez

Este artículo fue originalmente publicado en Better Late Than Never: Patricia’s Story | Other Front Line

1 comentario

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *